domingo, 12 de septiembre de 2010

El ejemplo alemán

La Temporada 2011/2012 va a ser trascendental para el futbol europeo. En ese momento sólo podrán participar en competiciones continentales aquellos clubes que tengan sus balances anuales sin deudas. Contra lo que podría pensarse, la decisión no afecta principalmente a los equipos chicos –que también lo sufrirán, por supuesto- sino, sobre todo, a los clubes importantes...

Por la medida, el Manchester United, por ejemplo, tendrá que encontrar una manera de renegociar su enorme deuda. Ni hablar del Real Madrid y el Barcelona, que cada año marcan déficits muy importantes. La legislación ha limitado, además, las inyecciones de dinero de los dueños millonarios, así que ni siquiera el Chelsea o el Manchester City están a salvo. Se trata de una nueva realidad, acorde con lo que sucede en otros estratos de la Unión Europea. Quien paga, participa; el que no, queda fuera.

Así, será momento para que todos se aprieten el cinturón… ¿todos? No realmente. Hay dos países que, desde hace mucho tiempo, tienen impuestas medidas al respecto y no sufrirán en lo más mínimo la nueva legislación. El primero de ellos es Francia. Desde hace años, el gobierno del país tiene un organismo, la DNGC, que se encarga de controlar las finanzas de los equipos y que castiga a quienes cometen excesos.

El problema francés es que los impuestos a los salarios son altísimos, lo que impide que los grandes jugadores firmen por sus equipos importantes. A pesar de ello, con inversiones inteligentes y trabajo a largo plazo, el Lyon se ha convertido en una potencia importante en el continente, aunque aún le falta dar el paso definitivo para convertirse en contendiente constante.

El segundo ejemplo es el alemán. La semana pasada hablábamos de cómo las luchas internas, la desorganización, el gasto exagerado y la corrupción estaban llevando a la ruina al fútbol italiano. Alemania es el ejemplo perfecto a la inversa. No es sorprendente que los equipos de la Bundesliga estén a punto de rebasar a los de la Serie A en el índice de la UEFA, y no tengo dudas en afirmar que el campeonato alemán será oficialmente reconocido el próximo año como el tercero mejor en Europa.

Alemania es un ejemplo sui generis. Contra lo que pudiera pensarse, el balompié sólo se hizo profesional a mediados de los 60 (para que se den una idea, Inglaterra dejó de ser amateur en el siglo XIX y México en 1943), y tras sobrevivir un terrible escándalo de corrupción a principios de los setenta, se establecieron reglas muy precisas para controlar a los clubes.
Hasta antes del traspaso millonario de Franck Ribéry al Bayern, el fichaje más alto en la historia de la liga no superaba los 10 millones de Euros. Los clubes son propiedad de los socios y no puede haber empresarios que los compren por sumas exorbitantes. De hecho, el único ejemplo de algo similar tiene que ver con el Hoffenheim, que ha recibido millones de dólares del magnate Dietmar Hopp, con la salvedad de que se trata de donativos, puesto que Hopp, fanático de toda la vida, ni siquiera tiene un cargo administrativo en la escuadra.

No sorprende entonces que los equipos de la Bundesliga hayan tenido que apostar a su cantera y al desarrollo de un extraordinario sistema de búsqueda de talentos, para mantenerse en la cima. Es por ello que, cada vez que la selección alemana parece muerta, aparece una nueva camada lista para tomar la estafeta. Los Müller, Özil, Neuer y Khedira son resultado de un extraordinario trabajo en las divisiones inferiores, y detrás de ellos vienen otros talentos extraordinarios, como Marin, Kroos, Agogo y Adler. Y, contra lo que se piensan, la Mannschaft no está llena de naturalizados. Fuera de Cacau, que sí adquirió la ciudadanía alemana, el resto son hijos de inmigrantes, criados en el país y forjados al 100% en la Bundesliga.

Además, como los clubes germanos no son capaces de competir con los españoles e ingleses por los grandes jugadores, la Bundesliga se ha convertido en el vivero del este de Europa. Así han surgido futbolistas como Dzeko, Misimovic y Vidic. Y los balcánicos no son los únicos, los buscadores de talentos han desarrollado su creatividad, para abrir nuevos mercados. Osorio y Pardo en el Stuttgart fueron buenos ejemplos, lo mismo que Obasi, Vidal y Carlos Eduardo, entre muchos otros.

Para mucha gente, el estilo ofensivo y abierto de la Mannschaft en Sudáfrica fue una sorpresa. No para quienes hemos seguido el torneo alemán. Desde hace muchos años, la Bundesliga es el campeonato donde se anotan más goles en Europa. Para quien no haya visto partidos de esa liga, se los recomiendo, son siempre rápidos, directos y espectaculares, además de parejos. A diferencia de otros países europeos, en Alemania es imposible saber quién va a ganar la liga antes de que se disputen las últimas dos o tres jornadas. Es una lástima que ya no haya futbolistas mexicanos en ella, porque eso daba un muy buen pretexto para ver los partidos cada semana.

Por supuesto, tiene sus problemas. La corrupción existe, sobre todo entre los jugadores de divisiones inferiores y árbitros. Y, ciertamente, al no haber un Real Madrid, Inter o Barcelona, no se puede ver a los mejores jugadores del mundo en canchas alemanas. Pero en cuanto se ponga en vigor la nueva legislación de la UEFA, que nadie se sorprenda si, de pronto, empezamos a ver a equipos como Werder, Stuttgart o Wolfsburg uniéndose al eterno Bayern en la élite del futbol del continente.

P.D. La semana pasada descarté al Milan como candidato en Europa. Tras contratar a Ibrahimovic y Robinho, la situación puede cambiar. SI logra amalgamarlos con Pato y Ronaldinho, los rossoneri pueden ser espectaculares, aunque aún pienso que están lejos de los mejores en Europa.

Martín del Palacio

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